A la muerte de Carlomagno se
produjeron numerosas disputas por el poder entre sus hijos que no finalizaron
hasta la aparición del reino de Francia y de los nuevos territorios del Sacro
Imperio que comprenderían las regiones de Alemania, Suiza, los Países Bajos, el
norte y centro de Italia y algunas provincias orientales. Esta clara falta de
un poder central provocó la casi independencia de cada una de las provincias,
lo que llevó a numerosos enfrentamientos entre ellas; donde más se vio marcado
este hecho fue en el norte de Italia, con la aparición de pequeñas
ciudades-estado. El emperador era elegido normalmente por las fuertes familias
nobles, lo que provocaba numerosos enfrentamientos entre ellas que solían
derivar en pequeñas guerras que tomaban la península itálica como campo de
batalla.
Otro problema importante surgido
a principios del siglo XII fue la existencia de una lucha por el poder entre
los papas y los emperadores del Sacro Imperio, ya que ambos querían obtener el
mando tanto imperial como religioso y tener derecho al nombramiento de los
obispos. Esto dividió el imperio entre güelfos (por la familia Welfen de
Baviera) y gibelinos (por el castillo Hohenstaufen en Waiblingen), los primeros
partidarios del papado y los segundos del poder del emperador. Todo esto
provocó que muchos emperadores llevaran a cabo campañas invasoras en el norte
de Italia por la zona de Lombardía apoyándose en las familias anti-papales del
norte de Italia, lo que tuvo como respuesta la excomulgación de numerosos
emperadores y la promulgación del odio hacia éstos desde el Vaticano al apoyar
a las facciones anti-imperiales que iban apareciendo.
El principal motivo por el que
una ciudad realmente se acogía a una causa o a la otra no era más que la
búsqueda de un poder más independiente frente al imperio o frente a la
influencia del poder vaticano, lo que derivó en que ciudades como Florencia,
Mantua o Milán, que se encontraban bajo una importante ocupación imperial, se
unieran a la causa güelfa, mientras que otras urbes en la zona de influencia
del Lazio papal como eran Pisa, Siena o Lucca se unieron al ideal Gibelino para
romper el yugo papal que sufrían. Con el paso del tiempo se sucedieron las
batallas entre las distintas Polis italianas en busca de un poder más autónomo,
lo que incluso derivó en la aparición de diferentes corrientes dentro los
propios güelfos y gibelinos.
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